lunes, 4 de mayo de 2015

lll TRAIL LA FONT DE LA FIGUERA 2015

El pasado 26 de Abril dos de nuestros compañeros estuvieron presentes en el III Trail La Font de la Figuera. Alfonso estuvo corriendo en la modalidad trail de 26k mientras que Germán participó en el trail de 14k.

Para ambos era su debut en competición que además se unía a que son unas de las últimas incorporaciones de los Pumas Trail, que en los últimos meses hemos visto incrementado nuestro número en más de 20 personas todas amantes de las carreras de montaña. Pero volvamos al tema que nos incumbe.

Germán Soriano en la carrera de 14k siendo su debut en competición y básicamente también en correr por montaña logró ser finisher terminando con buenas sensaciones y con ganas de dar lo mejor de si mismo en futuras competiciones. Una carrera en la cual sufrió un poco más de lo necesario debido a que llevaba demasiado peso en la mochila y exceso de ropa (pago el pato del principiante), pero terminó con buenas sensaciones. Al final finisher con un tiempo de 1:34:17.


Por su lado Alfonso Martínez en la modalidad de 26k, también tuvo lo suyo en esta dura pero bonita carrera. Debutando también como Pumas Trail, disfruto dentro de lo que cabe del recorrido el cual nos  recomienda que realicemos al año que viene, logrando ser finisher con un tiempo de 4:03:31



Enhorabuena chicos, ya sabeis que cuando un Pumas corre el resto corre junta a el en esos momentos de sufrimiento. 

PORQUE EN PUMAS TRAIL TODOS SOMOS UNO!!!!



DEAFÍO LURBEL CALAR DEL RIO MUNDO 2015

Ya han pasado tres semanas desde que pudimos disfrutar de los espectaculares parajes de Río Mundo, ya estamos recuperados de ese gran esfuerzo que, aunque bien merecía la pena también nos hizo sentir en el transcurso de la prueba el ímpetu con que esas montañas ponían a prueba nuestras fuerzas, constancia y ese espíritu de sufrimiento y a la vez de superación con el todos contamos.

Estábamos todos expectantes para leer la crónica que en esta ocasión se encargó de hacer nuestro compañero Santi, pero la espera bien merece la pena.

Aquí os dejo con la crónica de la carrera por la mano de Santiago Hernández Francés.

DESAFÍO LURBEL RIO MUNDO 2015

Amanece y en mi cabeza se mezclan los sonidos. Uno de ellos el de la música que aún resuena tras los primeros pasos de esta aventura. Otro sonido, el de los mismos pasos y comentarios de los que atravesamos estas calles con la emoción y el respeto de este desafío.  Y quizá el sonido más fuerte, el interior, el que está generando mi cabeza y no desde estos primeros minutos de nervios y excitación, porque esto ya había empezado antes…

…empezó antes y no por la mañana cuando al levantarme, salí a la calle para decidir si íbamos de “largo o de corto”, mientras como en un laboratorio se iban mezclando en los bidones las sales, los geles y demás “potingues”…

 Tampoco empezó por la noche, cuando con esa intranquilidad característica del día  anterior, nos comíamos una fuente de pasta para cenar (eso sí, con un buen vino y el calor de nuestra gente…)
Ni por la tarde, cuando recogíamos el dorsal en la misma plaza donde pretendíamos culminar este reto, mientras en la boca del estómago corría un gusanillo su “trail” particular…
Esto había empezado antes, durante todas esas mañanas junto a Javi, Oscar, Nacho, Carlos, Alfonso y todos los que algún día compartieron kilómetros de tierra e ilusión.

Empezó con todos esos mensajes lejanos  de Nacho que tan puntualmente nos animaba, y un poco nos envidiaba por no poder estar con nosotros.

Y con esos consejos de Isma desde la segunda línea, que aunque se quedó en su cancha particular, parte de él estaba encima de un risco con nosotros…


Y con los demás Pumas que vivían expectantes e iban semana a semana haciendo sus apuestas.
Porque esto lo hemos vivido como una gran expedición, que aunque sólo uno sea el que corona la cumbre, todo el equipo se lleva la gloria, porque como dice Nacho “Esto es lo que significa ser un Puma”.

Y mientras estás pensando todo esto, casi sin darte cuenta, formas parte de una gran fila multicolor cada vez mas silenciosa que sube por un bosque viejo, umbrío y húmedo por la fina lluvia que nos acompaña en estas primeras horas… Esta carrera tuvo tres momentos como sus tres cimas. La primera te invitaba a un viaje interior. Era como si aun estuviéramos en un sueño profundo, rodeados de árboles centenarios, musgo y todos esos sonámbulos en fila queriendo despertarse. Algunos nos despertamos con la primera bajada; rápida por el buen terreno y porque las piernas aún estaban enteras. Nos obligamos a comer y beber algo en el primer avituallamiento mientras pasábamos bajo Los Chorros disfrutando de este grandioso espectáculo bajo una lluvia que por momentos archivó todo lo anterior en nuestra retina y dio paso a otra etapa…


Nos acercábamos al puerto del Arenal, mientras el sol tímidamente iluminaba la carrera y el pico del Padroncillo que nos encontramos casi de golpe al cruzar la carretera. Por una zona abierta, animada por vecinos y familiares, y llena de luz, veíamos sobre nuestras cabezas las antenas de la cima y un rastro de gente como si fueran las migas de pan que nos indicaba el camino. Poco a poco la llanura se convertía en pista, la pista en camino, el camino en senda, y la senda… ¿y la senda…? De la misma manera que se estrechaba “la senda”, se iba empinando más y más, cuando de pronto y después de un “campo de piedras” nos asomamos como en un teatro,  al palco principal. El espectáculo era digno de una gran ovación que seguro que todos dimos en nuestro interior. A nuestros pies el pueblo, a la derecha todo el bosque que habíamos dejado atrás, y a la izquierda y casi sin querer verla “La Almenara”. En vez de mirarla porque casi no nos atrevíamos, seguimos desfilando por las “entrañas” de este teatro en las que discurría gente en todos los sentidos. Nosotros íbamos buscando a nuestros senderistas que tras saludarnos y contarnos parte de la función, les animamos a disfrutar de nuestro mismo palco principal unos metros más adelante.


La  bajada nos la tomamos con más calma porque entre la dificultad, la gente y las piernas que ya no estaban tan enteras, no valía la pena arriesgar. Pese a eso, en cuanto vimos oportunidad nos dejamos llevar por la locura de los descensos para ir acercándonos a otro avituallamiento en el Campamento de Los Muchachos, y recomponer nuestro cuerpo y nuestra mente de alimento y pensamie
ntos positivos para afrontar lo que iba a ser el episodio más duro de esta película.

Después de la bajada llegamos a una zona de transición en la que nos daba vergüenza no correr para no defraudar al niño que en un puente daba la mano y animaba emocionado a todos los que pasábamos como si fuéramos sus héroes. Pero tuvimos que volver a caminar cuando el niño dejó de vernos y cuando se acercaban las primeras cuestas para subir a Riópar Viejo. Como si fuera un anuncio en el descanso de la película y después de otro avituallamiento en el pueblo se acercaba lo más interesante, el desenlace, la épica… La batalla por decidir, el ejército diezmado, las fuerzas justas, las dudas creciendo cuando algún “guerrero” te adelantaba.

Poco a poco, controlando los pinchazos, los calambres y a esa mente traicionera que intentaba que nuestro cuerpo se detuviera, fuimos subiendo por un sendero largo, muy largo y cada vez más empinado (o al menos eso opinaban nuestras piernas…). Sabíamos que no era una cima, sino tres, y la primera ya la imaginábamos cerca cuando pasamos del calor  y el resguardo del barranco, al aire que nos encontramos al llegar a la cresta. Pero esto solo era el principio. El aire se convirtió en un fuerte y frio viento, que mezclado con un terreno descarnado, de piedras afiladas y difícil de correr, hacía más dura si cabe esta travesía. Dispersados por esta cresta, que pese a lo dura, era espectacular por sus paredes verticales y sus amplias vistas, los actores de esta película por un momento vislumbramos el fin, ya que no mucho más abajo se veía el último y ansiado avituallamiento. Pero los guionistas dieron un giro al argumento, y como en una del oeste, al malo aún le quedaba la última bala. Una pared que cada uno subió como pudo… Unos a gatas, otros se paraban mareados a la mitad, y nosotros por una extraña fuerza y una motivación extra, la superamos con pundonor.  Miguel Flor, al que adelantamos allí mismo, también se sorprendió con la fuerza que lo superamos, de hecho unos días después nos envió un mensaje por Facebook, que personalmente me emocionó y resumió a la perfección nuestra carrera: ” Me alegré mucho de veros adelantarme con esa fuerza e ímpetu. Parecíais uno solo. Enhorabuena”. (Gracias Miguel…).

Muerto ya “el malo”, y convencidos de que seguro que la película tendría un final feliz nos lanzamos para abajo a todo lo que daban nuestras doloridas piernas. Algún fotógrafo local captó nuestra rabia y felicidad en pleno descenso, y aunque cualquier pequeña rampa nos obligaba a volver a caminar, teníamos ya la mente puesta en esa línea de meta. Tan obcecados estábamos, que nos saltamos unas señales en los últimos kilómetros. Afortunadamente subsanamos rápido el error y entramos a Riópar para afrontar los últimos metros con la misma emoción de los que nos esperaban allí.

Besos, sonrisas, abrazos, orgullo, emoción… Habíamos llegado…o no. Pues no, aun no habíamos llegado, porque si verdaderamente éramos uno, esto no había terminado… Al rato llegaron nuestros senderistas, con la misma emoción que nosotros, cansados y orgullosos…pero esto aún no había terminado, y aunque estábamos tentados de irnos a la ducha y colocar ya los créditos finales, teníamos que estar todos, así que después de casi dos horas y  como en una conexión mágica, al subir la calle para buscar a Pedro “Montxy para los amigos”, en ese mismo instante él dobló la esquina, y haciéndole el pasillo triunfal, admiramos todos el pundonor, la constancia, la fe, el compañerismo, porque en esos momentos estaba entrando un Puma a la meta del Desafío Lurbel.